Es innegable la importancia que ganarse la vida trabajando tiene, peso tras peso que, con esfuerzo, honestidad y sacrificio construyen los pilares de un hombre de bien y dan paso a conformar el sostén de una sociedad y el sano desarrollo de un país. Ni hablar del ejemplo que se genera en el propio ámbito familiar que, sin dudas, repercutirá en la educación y conciencia de esos actuales pequeños, pero también futuros trabajadores.
Ahora bien, nadie discute la necesidad de que esto así suceda, sino que una vez reunida una cantidad de dinero importante o cuando se está en búsqueda de dicha meta, ¿todo vale? ¿Es como se dice: el fin justifica los medios? Y entonces, cuál es el momento en que aquella aspiración sana y valedera se quiebra y comienza a lastrar con egoísmo, desmesura, egocentrismo, avaricia, deshonestidad. ¿Qué tanto suma el dinero para que tanto reste? Es verdad también que la ambición es un motor importante que promueve al desarrollo personal, pero cuál es la medida para que no se vaya en vicio.
Por otra parte, hoy podemos observar los desbarajustes económicos que el mundo transita y los reclamos por la desigualdad de años de desentendimiento. Ejemplo cercano: nuestra Argentina, con realidades tan distintas conviviendo en un mismo territorio, las cuales devinieron en nada menos que problemas sociales. La falta de educación, la no cultura del trabajo, el desmoronamiento del vínculo familiar (en cualquier escala), los vicios, no son más que sencillos ejemplos de un trágico futuro anunciado. Y si nos preguntamos por qué, seguramente haya varias explicaciones, pero que el egoísmo y la avaricia son un componente común a ellos, creo no se puede discutir.
¿Entonces, hasta qué punto vale el dinero lo que cuesta? ¿O cuesta más de lo que vale? Como en todo, la búsqueda del equilibrio y nuestra hombría de bien nos ayudarán a darle el valor justo a las cosas importantes de la vida, entre las cuales, tambien está el dinero. Como siempre, está en vos, en tus manos.
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